Page 505 - Las Naves Del Tiempo - Stephen Baxter
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El Pristichampus pasó a nuestro lado y huyó,
gritando de forma sobrenatural.
Podía sentir una vez más la arena limpia bajo
los pies y podía oler la sal del mar, un vapor
que comenzó el trabajo de limpiar la peste a
cenizas y humo de mi cabeza. El océano
permanecía plácido e inamovible, la
superficie parecía aceitosa a la luz del
carolinio, a pesar de la estupidez de la
humanidad; le di las gracias a aquella masa
paciente, porque el mar me había acogido
salvando mi vida mientras mis compañeros
se masacraban mutuamente.
Ese ensueño quedó roto por una llamada
lejana.
—Hoooola...
Venía de la playa. A algo así como un cuarto
de milla de mí distinguí una figura
ondulante que se me acercaba.
Durante un momento me quedé quieto,
incapaz de moverme; supongo que había
asumido, en un rincón morboso de mi alma,
que todos los miembros de la Fuerza
Expedicionaria habían muerto en la
explosión atómica, y que Nebogipfel y yo
estábamos solos en el tiempo.
El otro tipo era un soldado que había estado
lo suficientemente lejos de la acción para
seguir ileso, porque vestía el uniforme
estándar de verde jungla, camisa cruzada,
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