Page 53 - El Señor De La Luz - Roger Zelazny
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–Tengo muchos nombres, y ninguno de ellos importa. –
Abrió ligeramente los ojos, pero no movió la cabeza. No
miró a nada en particular.
–»Los nombres no son importantes –dijo–. Hablar es pro‐
nunciar nombres, pero hablar no es importante. Una vez,
ocurre una cosa que nunca antes había ocurrido. Viéndola,
un hombre mira la realidad. No puede decirles a los demás
lo que ha visto. Los otros, sin embargo, quieren saber, de
modo que le preguntan diciendo: «¿A qué se parece esta
cosa que has visto?». Y él intenta decírselo Quizá ha visto
el primer fuego del mundo. Les dice «Es rojo como una
amapola, pero en su interior danzan otros colores. No tiene
forma como el agua, y fluye hacia todos lados. Es caliente
como el sol del verano, sólo caliente. Existe durante un
tiempo sobre un trozo de madera, y luego la madera ha
desaparecido, como si hubiese sido devorada, dejando tras
ella una cosa negra y que puede desmenuzarse como
arena. Cuando la madera ha desaparecido, él también des‐
aparece». En consecuencia, sus oyentes pueden pensar que
la realidad es como una amapola, como el agua, como el
sol, como lo que come y excreta. Piensan en él como en to‐
das las cosas a las que el hombre que lo ha conocido les dice
que se parece. Pero no han visto el fuego. No pueden cono‐
cerlo realmente. Sólo pueden saber de él por referencias.
Pero el fuego aparece de nuevo en el mundo, muchas ve‐
ces. Más hombres contemplan el fuego. Al cabo de un
tiempo, el fuego es algo tan común como la hierba y las
nubes y el aire que respiran. Ven que, aunque es parecido
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