Page 476 - Hijos del dios binario - David B Gil
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boscosa que los protegería de ojos y oídos
indiscretos. Atravesó una vereda de tierra
apelmazada y desembocó en el lugar. Allí sentado,
con aspecto abatido, aguardaba el hombre con el
que debía encontrarse. Se cuadró el abrigo, inspiró
profundamente para que el aire de la noche le
enfriara el pecho y acudió al encuentro.
—Buenas noches, agente Blasco —saludó, al
tiempo que se sentaba en el banco y cruzaba las
piernas.
El hombre quiso devolverle el saludo, pero solo
acertó a asentir quedamente y a mirar por encima
del hombro, quizás esperando encontrar a alguien
más a su espalda. El hecho de que no hubiera nadie
no pareció tranquilizarlo, pues su pierna derecha
comenzó a saltar compulsivamente sobre la punta
del pie.
—Tranquilo —musitó Knocht, apoyando su
mano grande y fría sobre la rodilla inquieta—. Le
hemos entrenado para esto. Estamos ante una
situación que no nos es extraña. Pero necesito saber
qué sucedió exactamente para buscar una solución.
El agente Blasco tragó saliva y agachó la cabeza.
—Creo que alguien la avisó en el último
momento. Me abrió la puerta del edificio, pero
cuando llegué a su apartamento ya no se
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