Page 509 - Hijos del dios binario - David B Gil
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cuello. Se sentó donde le indicaron.
Desde atrás, unas manos firmes y nudosas
empujaron sus hombros contra el respaldar. A
continuación observó cómo Bastian Knocht
rodeaba la mesa y se acercaba al pequeño balcón
que daba al exterior. Echó un breve vistazo a la
calle embadurnada de la luz líquida de las farolas y
corrió las cortinas del todo. Estaban solos, pareció
decirle con aquel gesto, antes de sentarse frente a
él, sacar un Zippo de su chaqueta y encender un
cigarrillo.
—Bien, bien, señor Girard. Mi dilema es el
siguiente: su amiga, Alicia Lagos, ha resultado ser
una mujer demasiado obstinada, no capta las
indirectas, así que necesito hacerle llegar un
mensaje más evidente. Y usted me va a ayudar a
hacerlo.
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