Page 769 - Hijos del dios binario - David B Gil
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sido retiradas, los esperaba el director de la
estación. Señaló al cielo en cuanto llegaron:
—¡Están a punto de aterrizar! —gritó por
encima del vendaval—. Inamura‐sama ha viajado
directamente desde Hong Kong.
En la distancia se divisaba un punto de luz que
avanzaba hacia ellos. Sobre la pista, un operario
comenzó a realizar señales con bastones luminosos,
guiando la aproximación de la aeronave, que ya
desplegaba las aspas. Los rotores tomaron el relevo
a los reactores y el transporte comenzó a descender
lentamente, batiéndose con las rachas de viento que
insistían en sacarlo de su trayectoria.
Fue un aterrizaje un tanto brusco, pero aquello
no pareció inquietar lo más mínimo a Kenzõ
Inamura, que descendió de la aeronave con un
aspecto radiante. Un paso por detrás lo seguía
Solomon Denga, la cabeza erguida pese a las
corrientes cruzadas que barrían el helipuerto.
—Inamura‐sama, es un honor tenerle con
nosotros —saludó con una profunda inclinación
Hideo Harada.
Inamura apenas respondió con un leve
asentimiento antes de centrarse en el verdadero
motivo de su visita:
—Señor Adelbert, parece que nuestra sociedad
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