Page 794 - Hijos del dios binario - David B Gil
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El helicóptero se deslizaba como una libélula
sobre las copas de los árboles, flotando a baja altura
mientras el escáner hacía su trabajo. De pie en la
cabina, aferrado a las barras del techo, Daniel
observaba las ondulaciones que el batir de las aspas
provocaba sobre el denso ramaje. Trataba de
vislumbrar algún indicio de lo que supuestamente
se ocultaba bajo la arboleda, pero hasta el momento
aquel lugar no se diferenciaba en absoluto del resto
de las zonas boscosas que se extendían entre
Ginebra y la reserva natural de Haut‐Jura.
—¿Qué opina, Daniel? —preguntó Denga junto
a él, elevando la voz sobre el ruido de los rotores.
—Si no fuera por el camino asfaltado que vimos
hace un rato, diría que ahí abajo solo hay ardillas.
Denga asintió y se dirigió a un soldado que
hacía bailar sus dedos enguantados sobre una
pantalla de grafeno. Era el explorador en una
unidad de seis hombres que incluía a Solomon
Denga y Daniel Adelbert.
—¿Qué dice el escáner?
—Estamos sobre una estructura hueca de unos
doce mil metros cuadrados, y por la escasa
intensidad con que retorna la onda de ultrasonido,
diría que está semienterrada. Pero es difícil
asegurarlo, los árboles provocan mucha distorsión.
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