Page 829 - Hijos del dios binario - David B Gil
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vertiginosas que giraban con las sirenas. Nicholas,


           apoyado sobre el todoterreno de Clarice, las manos


           en los bolsillos, no era capaz de apartar la vista de


           las palabras que recorrían el arco del gran portón:



           «Bienvenido  a  St.  Martha»,  saludaban  en  hierro


           forjado.


                  —Bebe  —le  ofreció  Clarice,  que  acababa  de


           sentarse sobre el capó.


                  Nicholas observó el humeante vaso de plástico


           sin atreverse a aceptarlo.


                  —Es café autocalentable —informó ella.



                  —Nunca he bebido café.


                  —Pues  este  es  una  mierda  para  ser  tu  primer


           café, pero te vendrá bien.


                  Aceptó  el  vaso  y  dio  un  sorbo  dubitativo.


           Contrajo  los  labios  en  cuanto  saboreó  el  intenso


           amargor,  pero  le  reconfortó  cuando  llegó  al


           estómago.


                  —¿Cuándo podremos entrar?


                  —No creo que nos dejen pasar. —Clarice señaló



           con  su  vaso  el  cordón  formado  por  los  vehículos


           del  PSNI[6]—.  Esto  lo  lleva  el  departamento  de


           menores  y  parecen  bastante  puntillosos.  Pero  la


           detective  responsable  dice  que  podrás  hablar  con


           algunos  de  tus  compañeros  antes  de  que  los


           trasladen.




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