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Música y Educación Núm. 90 Año XXV, 2 Junio 2012
Marino de Villalaín. Después entré en clase Desde siempre sentí una gran pasión por la
de Luis Antón, hasta concluir estudios en luthería. Me inquietaba mucho el porqué un
1958. Hice los cuatro cursos de Armonía y violín funciona y, en cambio, otro que apa-
tuve diplomas en Violín y en Música de rentemente era igual no sirvía para nada.
Cámara. Además, pasaba muchas tardes con el luthier
Fernando Solar –a él le gustaba que tocase
En 1962 y durante tres años, hasta su entrada en las sonatas para violín solo de Bach mientras
la Orquesta Nacional de España (ONE) –donde se trabajaba y yo disfrutaba viéndole manipular
jubiló–, fue miembro de la Orquesta de Cámara los violines– y, poco a poco, fue creciendo
de la Fundación Gulbenkian (Lisboa). Me imagino ese interés dentro de mí, aunque nunca ima-
que esos fueron también años de aprendizaje an- giné que llegaría a construir violines.
tes de dar el salto a una orquesta con mayor pro-
yección. Cuénteme qué recuerdos tiene de aque- “Antón, mi maestro, fue un
lla época y de su paso posterior por la ONE. cuartetista al que nunca se le
Los años que pasé en Lisboa fueron espe-
cialmente duros para mí, porque dejé a mi reconocerá lo suficiente”
familia en Madrid –mi mujer era funcionaria
en gobernación y yo, por entonces, tenía ya Supongo que también influiría el que asistiera,
tres hijos–. Por tanto, me dediqué por entero siendo alumno de Antón, a alguno de los concier-
a mi trabajo y a recorrer el país y las Azores tos que se celebraban periódicamente con los
en giras de conciertos.Volví lo antes que pu- Stradivarius del Palacio Real de Madrid. ¿Cómo
de y realicé dos oposiciones: con la primera, lo vivió?
interpretando el Concierto de Beethoven, Antón, mi maestro, fue un cuartetista al que
obtuve la plaza de interino; con la segunda, nunca se le reconocerá lo suficiente.Era
tocando el Concierto de Brahms, obtuve la miembro de la Agrupación Nacional de Mú-
plaza definitiva. Fue una época de muchísi- sica de Cámara, a la que se le quedaba peque-
mo trabajo en la que no conocía el repertorio ño el salón de actos del conservatorio de la
e iba al primer ensayo sin haber visto la sin- calle San Bernardo. Por eso, para que todos
fonía de turno y rodeado de profesores con los socios pudieran oír los dos conciertos que
toda la experiencia, habiendo estado lunes y ofrecían al mes, había un pase el sábado a las
martes, que eran libres en la orquesta, gra- once de la noche y otro el domingo a las siete
bando discos sin parar. En Lisboa hacíamos de la tarde. Puedo decir con orgullo que yo era
un programa con varios meses de prepara- el único alumno suyo que asistía a ambos, pri-
ción. Hicimos un disco que ganó un gran mero como socio, pagando, y después me re-
premio...Venir aquí –a la ONE– fue como una tiraron la cuota porque a menudo colaboraba
catarata de música que no da tiempo a digerir. pasándole las hojas al pianista. Fueron mu-
Hasta que, poco a poco, fui familiarizándome chos años –más de una década– oyendo, al
con el repertorio y la vida se normalizó. menos, seis cuartetos al mes, cuando no las
series integrales de los de Beethoven. Por eso,
Tengo entendido que, precisamente, durante sus cuando tuve la suerte de ir al Palacio Real y
giras con la ONE aprovechaba para visitar a mu- escuchar los Stradivarius, estaba tan acostum-
chos luthiers,en distintos lugares del mundo –Vi- brado a los cuartetos, que al oírlos en aquel
doudez en Ginebra,los hermanos Millán en París, ambiente, con su maravilloso sonido, disfruté
Montagne en Verona...– pero ¿cómo empezó a sin que me deslumbrara el entorno. Es la mú-
interesarse por este universo tan particular? sica y el sonido en su estado más puro.
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