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Música y Educación Núm. 90 Año XXV, 2 Junio 2012

fluencia de las diversiones públicas y, dad en determinadas funciones, la reven-
singularmente, el teatro, sobre la pros- ta de billetes deviniera en negocio muy
peridad del país; el enfrentamiento entre lucrativo. Habitual concurrente a las
el teatro lírico y el declamado; la moda, fondas y cafés madrileños, un camarero
rayana en pasión, de los bailes de más- relataba a Larra:
caras; los primeros y esperanzadores
pasos del recién creado Conservatorio Pues aquel sujeto, ahí donde usted le ve tan
de Música de Madrid; o el debate acerca
de la gestión, municipal o privada, de los bien vestido, suele traerme los días que hay
coliseos madrileños.
apretura para ver la ópera algunos billetes,
1.1. La ópera en la sociedad
romántica española que le vendo por una friolera: al duplo o al

Un tema recurrente descuella sobre los triplo, según es aquélla; da una gratifica-
demás en razón de su sólida implanta-
ción en la vida musical española: la ópe- ción por una o dos docenas a quien se las
ra italiana, ya abordada como espectácu-
lo escénico, ya mostrando Larra, a guisa proporciona a poco más del justo precio, y
de análisis sociológico, su influjo en las
diferentes parcelas de la realidad coti- viene a sacar veinte, cuarenta o sesenta
diana. El escritor madrileño se hará eco
del culto al italianismo operístico que reales en luneta5.
invade el país. Quizá seducido por lo que
Mesonero Romanos bautizara como Larra, obsesionado por los problemas
“furor filarmónico”3, probó Larra sus de España y el destino de sus compatrio-
armas en el campo del teatro lírico, re- tas, propugna la regeneración de una
dactando el libreto de la “ópera españo- sociedad inculta, anclada en estructuras
la” El rapto –en realidad, una zarzuela–, obsoletas y carente de todo desarrollo
con música de Tomás Genovés, estrena- social o moral. En la búsqueda de ejem-
da en 1832. Tal entusiasmo despierta plos denunciables, la ópera, que subyuga
aquel género, que es rara la ciudad de al país imponiendo modas, costumbres
importancia del reino en la cual no se y estilos de vida, iba a representar una
halle ya establecido este brillante espec- eficaz fuente de inspiración donde acude
táculo4. Parece lógico, pues, que dadas Larra para atacar la base malsana de la
las dificultades para adquirir una locali- realidad social española. Mientras per-
sista el rechazo hacia los libros no habrá
progreso ni evolución. ¿Vender?, res-
ponde un librero al periodista, ni un li-
bro: ni regalados los quiere nadie; llena
tengo la casa...¡Si fueran billetes para la
ópera o los toros...!6. En el artículo
“¿Quién es el público y dónde se le en-
cuentra?”, ironiza Larra acerca de los
vicios y defectos del público en tanto que

3. Consúltese Mesonero Romanos, Ramón de: “La filarmonía”, en Obras completas de don Ramón de Me-
sonero Romanos (ed. Carlos Seco Serrano), vol. I, Madrid: Atlas, 1967, págs. 175-178.

4. Larra, Mariano José de: “Teatros. De la separación de la ópera italiana y del teatro nacional. De la em-
presa de ópera italiana”, en Obras completas: Artículos, vol. I, Madrid: Ediciones Cátedra, 2009, pág. 898.

5. Larra, Mariano José de: “El café”, en Ibíd., pág. 66.

6. Larra, Mariano José de: “Carta a Andrés escrita desde las Batuecas por el Pobrecito Hablador”, en Ibíd.,
pág. 180.

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