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Música y Educación Núm. 90 Año XXV, 2 Junio 2012

una diversión pública indispensable en       Retrato de Mariano José de Larra
cualquier sociedad, la distracción más
culta, al servicio del gobierno para diri-   miento, los actores, empresas particula-
gir e instruir al individuo. Larra, de esta  res– y carente de un reglamento sólido,
suerte, convierte la escena en elemento      el teatro español languidecía, sumido en
clave del entramado político, un vehícu-     profunda crisis y malogrando su objetivo
lo de ideas con poder transformador de       primordial de elevar la cultura del país.
la moral pública13. Constatada, enton-
ces, su utilidad social, Larra reflexiona-     Así las cosas, la convivencia de dos gé-
rá sobre las causas del atraso y decaden-    neros en la escena española, el drama
cia que sufría el teatro nacional. Lo acha-  hablado y el teatro musical, gestionados
ca, en primer término, a la falta de for-    conjuntamente, agravará esta situación
mación del público, educado en la            en beneficio de la ópera15. Lo señalaba
ignorancia y el mal gusto e incapaz, por     Carmena y Millán: La absoluta concu-
consiguiente, de apreciar las bellezas       rrencia a la ópera engendraba el absolu-
que atesoraban las grandes obras. Con-       to abandono del teatro de verso16. Con
cerniendo a los autores dramáticos dicha     parecidos argumentos se expresa Peña y
responsabilidad formativa, Larra reivin-     Goñi, al consignar que monopolizándolo
dica el premio a su talento mediante el      todo la locura filarmónica por la ópera
reconocimiento, no alcanzado todavía,        italiana y los cantantes italianos, el tea-
del derecho de propiedad. Añadamos a
ello las gravosas cargas económicas que
pesaban sobre las empresas teatrales,
fruto de lo cual los actores son mal pa-
gados, la decoración ridícula y mal ser-
vida, el vestuario impropio e indecente,
el alumbrado escaso, la música pobre, y
el baile pésimo o nada. De aquí que los
poetas, los artistas, los compositores
que trabajan para la escena sean ruin-
mente recompensados, y por lo mismo se
vean en ella las heces del ingenio14. El
panorama era tan triste como desalenta-
dor: huérfano de protección oficial, san-
grado por impuestos abusivos, entrega-
do en manos de unos u otros –el Ayunta-

13. Cfr. Armiño, Mauro: Qué ha dicho verdaderamente Larra, Madrid: Doncel, 1973, pág. 110.

14. Larra, Mariano José de: “Reflexiones acerca del modo de resucitar el teatro español”, en op. cit., pág. 248.

15. Sobre este tema, es fundamental el trabajo de Thatcher Gies, David: “Entre drama y ópera: La lucha por
el público teatral en la época de Fernando VII”, en Bulletin hispanique, vol. 91, núm. 1, 1989, págs. 37-60.

16. Carmena y Millán, Luis: Crónica de la ópera italiana en Madrid desde 1738 hasta nuestros días, (edición
facsímil) Madrid: ICCMU, 2002, pág. 51.

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