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Arte e Historia
en la colección de Artes Visuales del Banco Popular Dominicano
tal perspectiva». Débiles sus instituciones políticas, siendo una sociedad con una población rural mayoritaria, el
campesinado es analfabeto, con un conocimiento empírico y muchas devociones creyentes y festivas, a lo que
se añade su incorporación a los campos de batallas, que en el nuevo proceso conforman montonero movidos
por caudillos regionales y antiliberales, casi todos. Estos aspectos explican el retorno de Buenaventura Báez,
el político de mayor adhesión en el nuevo proceso republicano, desaparecido el anexionista Pedro Santana. A
pesar del crecimiento del liberalismo en los sectores de los comerciantes y los intelectuales urbanos, a instancia
de los cuales se perfilan líderes patrióticos de relevo como Gregorio Luperón, el baecismo se impone guberna-
tivamente, con varios mandatos. Báez y sus partidarios imponen una dictadura durante seis años (1868-1874),
violenta y perseguidora de sus oponentes que levantaron resistencias armadas nacionalistas, cuyo triunfo se
considera otra independencia política de carácter liberal y nacional, más rotunda. El nuevo orden excluyó el
autoritarismo conservador y anexionista de Báez, pero no el caudillismo con nuevos nombres, ni tampoco
el conservadurismo partidario, ni los bandos políticos, con jefaturas cacicales de tropas montoneras en un
caunce conformador del autoritarismo moderno militar y personalista.
Entre 1875-1900, la orientación gubernativa liberal conllevó un cambio en las estructuras económicas,
con el desarrollo de la industria, que sustituye formas arcaicas, especialmente, el de la producción del azúcar,
más capitalizado en comparación con la economía del tabaco, con modos tradicionales de producción y mer-
cado. La orientación económica conlleva un cambio en la estructura sociocultural y poblacional con la pre-
sencia de inmigrantes antillanos y europeos; unos exiliados políticos (los cubanos y puertorriqueños) y otros
promovidos por un soplo «civilizador» (los europeos) y de necesidades laborales que conlleva la presencia de
negros ingleses insulares (cocolos), así como un desplazamiento de criollos que definen una concentración po-
blacional en San Pedro de Macorís, la ciudad y puerto del suroeste del este rodeado de ingenios azucareros.
Otros cambios estructurales como el de las comunicaciones no rompen con el aislamiento de las regio-
nes y las villas, aunque estas se transforman en modestas ciudades en vías de desarrollo, como Puerto Plata,
Santiago de los Caballeros, San Pedro de Macorís, incluso la Ciudad Primada de Santo Domingo, capital
del país y centro del primer florecimiento de las artes, las letras, la educación y las sociedades cívicas de
gestión social y cultural. Eugenio María de Hostos y Salomé Ureña se vinculan a una novedosa y positiva
tarea pedagógica, perteneciendo ella a una generación de notables escritores en la que figuran José Joaquín
Pérez, Manuel de Jesús Galván, Francisco Gregorio Billini, César Nicolás Penzón, José Gabriel García y
Pedro Francisco Bonó, entre otros.
En las artes, por primera vez se conforma una generación de escultores, fotógrafos y pintores nativos:
Ángel Perdomo, Luis Desangles, Abelardo Rodríguez Urdaneta, Leopoldo Navarro, Julio Pou, Adolfo García
Obregón, Alfredo Senior, Ramón Mella Ligthgow, José Fco. García, Alejandro Bonilla, Arturo Grullón Julia…
«El Moro»
Detalle
Arturo Grullón
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