Page 70 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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ACTO III
ESCENA I
BANGOR- Una sala en el Palacio del Archidiácono.
(Entran Hotspur, Worcester, Mortimer y Glendower)
MORTIMER.- Esas promesas son brillantes, las personas seguras y
empezamos bajos felices auspicios.
HOTSPUR.- Lord Mortimer y vos, primo Glendower, queréis
sentaros? Y vos, tío Worcester... Por mil diablos! Me he olvidado del
plano!
GLENDOWER.- No, aquí está. Sentaos, primo Percy, sentaos, buen
primo Hotspur; porque cada vez que Lancaster oye esos nombres, sus
mejillas palidecen y, lanzando un suspiro, os desearía en el cielo.
HOTSPUR.- Y a vos en el infierno, cada vez que oye hablar de Owen
Glendower.
GLENDOWER.- No puedo censurarle por eso; cuando nací, la frente
del cielo se llenó de figuras fulgurantes y de ardientes antorchas; el
globo terráqueo, hasta su base profunda, tembló como un cobarde.
HOTSPUR.- Bah! Habría hecho lo mismo, en ese momento, si la gata
de vuestra madre hubiera parido, aunque vos no hubierais nacido.
GLENDOWER.- Digo que la tierra tembló cuando nací.
HOTSPUR.- Y yo digo que la tierra estaba en otra situación de ánimo
que la mía, si, como suponéis, tembló de miedo de vos.
GLENDOWER.- Los cielos estaban en llamas, y la tierra tembló.
HOTSPUR.- Entonces la tierra tembló al ver los cielos en llamas y no
por temor de vuestro nacimiento. La naturaleza enferma estalla a
menudo en extrañas erupciones. A menudo la tierra, en dolor de parto,
sufre atormentada por una especie de cólico por los vientos
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