Page 71 - 14 ENRIQUE IV--WILLIAM SHAKESPEARE
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impetuosos, encerrados en sus entrañas, los que, buscando una salida,
sacuden esta vieja comadre, la tierra, y derriban campanarios y torres
cubiertas de musgo. A vuestro nacimiento, nuestra abuela la tierra
sintiendo esa indisposición, entró en convulsiones.
GLENDOWER.- Primo, de muy pocos hombres soportaría esas
contradicciones. Permitidme repetiros que, cuando nací, la frente del
cielo se llenó de figuras fulgurantes; las cabras huían de las montañas
y los rebaños llenaban de extraños clamores las espantadas llanuras.
Esos signos me han hecho un hombre extraordinario; todo el curso de
mi vida muestra que no estoy en la lista de los hombres comunes.
Dónde está, en el recinto trazado por el mar que murmura sobre las
costas de Inglaterra, de Escocia y de Gales el viviente que pueda
llamarme su discípulo o me haya enseñado algo? Y sin embargo,
encontradme un hijo de mujer que pueda seguirme en las fastidiosas
vías de la ciencia y marchar a mi lado en las más profundas
experiencias.
HOTSPUR.- Creo que nadie habla mejor el caló galense... Me voy a
comer.
MORTIMER.- Vamos, primo Percy, le vais a volver loco.
GLENDOWER.- Yo puedo evocar los espíritus del fondo del abismo.
HOTSPUR.- También lo puedo yo y cualquier hombre puede hacerlo;
falta saber si vienen, cuando los llamáis.
GLENDOWER.- Y puedo enseñaros, primo, a ordenar al diablo.
HOTSPUR.- Y yo puedo enseñarte, primito, a humillar al diablo,
diciendo la verdad.«Di la verdad y humillarás al diablo». Si tienes el
poder de evocarlo, tráelo aquí, juro que verás como le humillo. Así, en
tanto que vivas, di la verdad y humillarás al diablo.
MORTIMER.- Vamos, vamos; basta de esa charla inútil.
GLENDOWER.- Tres veces Enrique, Bolingbroke afrontó mi poder;
tres veces, desde las orillas del Wye y del arenoso Saverna, le puse en
fuga, descalzo y batida las espaldas por lluvia tormentosa.
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