Page 36 - A orillas del río Piedra me senté y lloré
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— Nada —responde.
Pero sé a qué se refiere.
— No te hagas ilusiones —contesto—. Si quieres, podemos hablar de
eso. Estás engañado con respecto a mis sentimientos.
Él deja de mover el vaso y me mira a la cara.
— No lo estoy. Sé que tú no me amas.
Eso me deja todavía más desorientada.
— Pero voy a luchar por eso —continúa—. Hay cosas en la vida por las
que vale la pena luchar hasta el fin.
Sus palabras me dejan sin respuesta.
— Tú vales la pena—dice.
Yo aparto la mirada, y finjo estar interesada en la decoración del restau-
rante. Me estaba sintiendo sapo, y vuelvo a ser princesa.
«Quiero creer en sus palabras —pienso, mientras miro un cuadro con
pescadores y barcos—. No van a cambiar nada, pero por lo menos no me sen-
tiré tan débil, tan incapaz.»
— Disculpa mi agresividad —digo.
Él sonríe. Llama al camarero y paga la cuenta.
En el camino de regreso me siento más confusa. Puede ser el sol, pero
no, es otoño y el sol no calienta nada. Puede ser el viejo, pero el viejo ha salido
de mi vida hace ya algún tiempo.
Puede ser todo eso nuevo. Zapato nuevo molesta. La vida no es diferen-
te: nos coge desprevenidos y nos obliga a caminar hacia lo desconocido cuan-
do no queremos, cuando no lo necesitamos.
Trato de concentrarme en el paisaje, pero ya no logro ver los olivares, el
pueblo del monte, la capilla con un viejo en la puerta. Nada de eso me resulta
familiar.
Recuerdo la borrachera de ayer, y la canción que él me cantaba:
Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese no sé…
¿qué sé yo?
Viste, salí de tu casa, por Arenales…
¿Por qué Buenos Aires si estábamos en Bilbao? ¿Qué calle es ésta,
Arenales? ¿Qué quería él?
— ¿Qué canción es esa que cantabas ayer? —pregunto.
— Balada para un loco —dice—. ¿Por qué no me lo has preguntado
hasta hoy?
— Por nada —contesto.
Pero sí, hay un motivo. Sé que él cantó esa canción porque es una
trampa. Me hizo memorizar la letra, y yo tengo que memorizar la materia para
el examen. Podría haber cantado una canción conocida, que yo hubiese oído
miles de veces, pero prefirió algo que no hubiese escuchado nunca.

