Page 43 - El avaro - Molière - Ciudad Seva
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El avaro - Molière - Ciudad Seva                                       http://www.ciudadseva.com/textos/teatro/moliere/avaro.htm




                  HARPAGÓN. Esto marcha lo mejor del mundo.


                  MAESE SANTIAGO. (A Cleanto.) Todo está arreglado; le satisfacen vuestras promesas.

                  CLEANTO. ¡Alabado sea el Cielo!

                  MAESE SANTIAGO. Señores, no tenéis ya más que poneros a hablar; héteos ahora de
                  acuerdo, e ibais a reñir por no saber entenderos.

                  CLEANTO. Mi pobre maese Santiago, te estaré agradecido toda mi vida.


                  MAESE SANTIAGO. No hay de qué, señor.

                  HARPAGÓN. Me has dado una alegría, maese Santiago, y esto merece una recompensa.
                  (Harpagón se registra el bolsillo; maese Santiago alarga la mano, pero Harpagón saca
                  tan sólo su pañuelo, diciendo): Vete; no lo olvidaré, te lo aseguro.


                  MAESE SANTIAGO. Os beso las manos.



                                                       ESCENA V

                                               HARPAGÓN y CLEANTO

                  CLEANTO. Os pido perdón, padre mío, por el arrebato que he padecido.

                  HARPAGÓN. Eso no es nada.


                  CLEANTO. Os aseguro que lo lamento profundamente.

                  HARPAGÓN. Y yo siento el mayor gozo del mundo viéndote razonable.

                  CLEANTO. ¡Qué bondad la vuestra olvidando tan pronto mi falta!


                  HARPAGÓN. Se olvidan fácilmente las faltas de los hijos cuando éstos vuelven a sus
                  deberes.


                  CLEANTO. ¡Cómo! ¿Sin guardar ningún resentimiento a todas mis extravagancias?

                  HARPAGÓN. Es una cosa a la que me obligas con la sumisión y el respeto en que te
                  colocas.

                  CLEANTO. Os prometo, padre mío, que conservaré hasta la tumba en mi corazón el
                  recuerdo de vuestras bondades.

                  HARPAGÓN. Y yo te prometo que no habrá cosa alguna que no logres de mí.

                  CLEANTO. ¡Ah, padre mío! Ya no os pido nada; y es haberme ya dado bastante el
                  concederme a Mariana.

                  HARPAGÓN. ¿Cómo?


                  CLEANTO. Digo, padre mío, que estoy harto contento de vos y que lo encuentro todo en
                  vuestra bondad concediéndome a Mariana.







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