Page 106 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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por encima de tu cabeza.
No tenía ninguna prisa. Lo que no se plantase
hoy se plantaría mañana. Seguramente hacía
suficiente calor hasta para plantar el maíz. A
mediodía nuestras sombras formaron un charco
al sur y se fueron alargando sobre los surcos
mientras el sol primaveral seguía su camino hacia
el noroeste. Iba tarareando una melodía
deslavazada. Melissa siempre se reía de aquel
canturreo que repetía mientras trabajaba día sí y
día también. Siempre el mismo tarareo. Me
reconfortaba. Hice un pequeño canal para las
judías, las esparcí por él y las cubrí con tierra
bien prieta. Tenía el vello del brazo cubierto de
tierra de tanto cavar y la cara manchada de
rascarme la nariz con el dorso del puño. Con un
sifón, llevé agua del estanque represado del
arroyo hasta la acequia de la cabecera del
huerto, que abrí en cuatro puntos con la punta de
la laya para que el agua llegase a los surcos. Los
regueros plateados que discurrían sobre la tierra
removida se volvieron rojizos fundiéndose con el
sol bajo. Tiñeron la tierra a ambos lados. Hacia la
medianoche ya se habría humedecido toda la
plantación.
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