Page 465 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
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dura. Y luego una risa, como un trozo de metal
arrastrándose por el asfalto, fuerte y sostenida.
Felicidades. Eres el primero.
No le contesté. Giré a la izquierda para entrar
en una calle de rodaje ancha, nos puse a cubierto
donde había indicado el Abuelo y apagué el
motor. Estábamos en la fresca sombra de la
Escuela de Aviación de Big River y Centro de
Servicio Cessna Autorizado, tan cerca de la
pared que no veíamos la parte superior de la
torre y ellos, quienes fuesen, no nos podían
apuntar. Me bajé, eché el asiento hacia delante
para que el Abuelo pudiera salir. Un grillo
chirriaba con fuerza en la base de la pared. Cima
no se movía. No se había desabrochado el
cinturón. No supe qué decirle, nunca la había
visto así. Parecía en estado de shock. Lo estaba.
Di la vuelta hasta su puerta y la abrí. Estaba
apoyada en el cuadro de mandos, la mano sobre
el manómetro de presión de aceite. En el brazo,
un cardenal nuevo. Se volvió. Tenía los ojos
llorosos.
No solo es por la vileza de la trampa. Eso
también. Es por la ciudad.
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