Page 503 - La Constelación Del Perro - Peter Heller
P. 503
perder de vista la comicidad de su situación, con
algo parecido al humor.
Para ti, doctora Hig, le respondió ella. Me
contó que él le aguantó la mirada un momento,
asintió levemente y se volvió a dormir.
El Abuelo cada día estaba menos tenso. Me lo
llevé conmigo en la Bestia y recorrimos el circuito.
Le señalé los principales puntos de referencia
como un guía turístico. Le di unos auriculares y
se lo fui explicando todo mientras volábamos. La
torre, el río, las distancias, todo lo que veía. El
barranco de la orilla que nos servía de foso, el
único vado practicable, el terraplén. El radio de
cincuenta kilómetros de carreteras que tenía que
vigilar, las familias.
Cuando las sobrevolamos salieron corriendo
del huerto, de las casas, de los cobertizos,
saludándonos, dándonos una bienvenida
desastrada y andrajosa. Los niños saltaban. Los
conté: siete. Uno menos, no sabía quién. Volé en
círculos, saludé, extendí un dedo. Volveré.
Cima dijo que Bangley necesitaba cuidados
intensivos y vigilancia las veinticuatros horas del
día. Nos turnábamos. Ella tenía un no sé qué.
503

