Page 141 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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–Me temo que no tenía otra alternativa, señora Deveraux.
Luke se declaró en huelga.
–¿En huelga?
–Sí, esta mañana me dijo que no escribiría otra palabra de
su novela hasta que yo la telefoneara y le pidiera que vi‐
niera a verle. Y estaba decidido a cumplir su palabra.
–¿Entonces ha perdido un día de trabajo?
–Oh, no. Sólo media hora, el tiempo necesario para que
yo la llamara por teléfono. Se puso de nuevo ante la má‐
quina de escribir cuando le dije que usted había prometido
venir esta tarde. Creyó en mi palabra de honor.
–Me parece muy bien. Y ahora, antes de que vaya a verle,
¿tiene que darme algunas instrucciones, doctor?
–Trate de no discutir con él, en especial sobre su delirio.
Si un marciano les interrumpe, recuerde que él no puede
verles ni oírles. Y eso es completamente cierto; no finge en
lo más mínimo.
–Y, desde luego, yo también debo tratar de ignorar la pre‐
sencia de los marcianos... Pero ya sabe, doctor, que eso no
siempre es posible. Si, por ejemplo, un marciano nos grita
de repente al oído, cuando menos se espera...
–Luke sabe que hay otras personas que aún ven a los mar‐
cianos. No se extrañará de que usted parezca sobresaltada
en algún momento. O si usted le pide que repita algo que
acaba de decir, sabrá que es debido a que hay algún mar‐
ciano que está gritando más fuerte de lo que él habla, es
decir que usted piensa que hay un marciano que grita.
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