Page 136 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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era casi infinito, así como los métodos para tratar con ellos


          o  exorcizarlos.  Los  libros  sobre  brujería,  demonología  y


          magia negra y blanca se vendían de un modo asombroso.


          Se pusieron a prueba todas las fórmulas conocidas de la



          taumaturgia, la demoniomanía y la cábala, y se inventaron


          muchas otras.


            Entre los adivinos, los astrólogos, los numerólogos y los


          que utilizaban cualquier otra forma de predicción, desde


          echar cartas hasta el estudio de las entrañas de los gallos,


          predecir el día y la hora de la marcha de los marcianos se


          convirtió en tal obsesión que, fuera cual fuese la hora en


          que nos dejaran, cientos de adivinos habrían acertado. Por


          otra parte, cualquier vidente que prefijara su partida para



          uno de los días siguientes podía ganar muchos adeptos,


          aunque fuera temporalmente.











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            –Es el caso más extraño de toda mi experiencia, señora


          Deveraux –dijo el doctor Snyder.


            Se hallaba sentado detrás de su lujoso escritorio de caoba,


          en su magnífico despacho; era un hombre de mediana es‐


          tatura,  robusto,  con  agudos  ojos  azules  en  un  rostro  re‐


          dondo de líneas suaves.


            –Pero ¿por qué, doctor? –preguntó Margie Deveraux.








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