Page 184 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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La señora Murcheson se acercó más.


            –Pero yo tengo mis sospechas, señor Deveraux. Creo que


          ambos son espías que pretenden estar locos. ¡Espías venu‐


          sianos!



            Las eses fueron terriblemente sibilantes; Luke se echó ha‐


          cia atrás, y con el pretexto de limpiarse el café de los labios


          se limpio también la cara.


            El nombre de Ishurti le resultaba familiar, pero no podía


          recordar de qué se trataba. De pronto, pensó que se encon‐


          traría violento si la señora Randall traía a su esposo a la


          mesa mientras él aún seguía allí, de modo que terminó su


          café rápidamente y se excusó, diciendo que quería subir a


          ver si su esposa estaba ya despierta.



            Logró  evadirse  en  el  último  momento;  los  Randall  ya


          atravesaban la puerta del jardín.


            Ante la puerta de su habitación oyó como Margie se mo‐


          vía en el interior. Llamó con suavidad para no sobresaltarla


          y entró.


            –¡Luke! –Ella le echó los brazos al cuello y le besó–. ¿Has


          ido a dar un paseo por el jardín?



            Aún estaba medio desnuda, y el vestido que había dejado


          caer sobre la cama para recibirle completaría su atuendo.


            –Hice eso y tomé una taza de café. Ponte el vestido y lle‐


          garemos a tiempo para el desayuno.


            Se sentó en una silla contemplando cómo su esposa reali‐


          zaba la acostumbrada serie de contorsiones comunes a to‐


          das las mujeres cuando se meten un vestido por la cabeza.


            –Margie, ¿quién o qué es Ishurti?




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