Page 213 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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fracasaba en su empeño debía contribuir con carne a la des‐
pensa de la tribu. Y los moparobi eran caníbales.
Cuando llegaron los marcianos había seis hechiceros ente
los moparobi; ahora Bugassi era el último sobreviviente. A
intervalos de una luna (porque el tabú prohíbe que el jefe
pida un hechizo antes de que pasa una luna de veintiocho
días desde el anterior), los otros cinco hechiceros habían
probado y fracasado y hecho sus contribuciones.
Ahora le tocaba el turno a Bugassi, y por la expresión
hambrienta con que M’Carthi y el resto de la tribu le mira‐
ban, parecía que estarían tan satisfechos si fracasaba como
si alcanzaba el éxito.
En toda África había hambre de carne. Algunas de las tri‐
bus, que habían vivido casi exclusivamente de la caza, es‐
taban ya al borde de la inanición. Otras tribus se habían
visto forzadas a emigrar a vastas distancias en otros terri‐
torios donde existían alimentos vegetales, como frutos y
raíces.
La caza resultaba sencillamente imposible. Casi todas las
criaturas que el hombre caza para su alimento tienen alas
o pies más rápidos que los suyos. El hombre debe acercarse
contra el viento, mantenerse oculto hasta que está a una
distancia desde la que puede herir.
Pero con los marcianos por allí ya no había ninguna po‐
sibilidad de mantenerse oculto e invisible. Les gustaba
acompañar a los cazadores nativos. Sus métodos para ayu‐
darles era correr –o kwimmar– delante de ellos, desper‐
tando y ahuyentando a la caza con gritos de alegría.
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