Page 85 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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El hombre suspiró.
–Le creo. ¿Ya ha cenado?
–Me comí un bocadillo. Y puse otro en el bolsillo de mi
americana.
–Oh, hágase unos cuantos más. Los suficientes para que
le duren todo el día de mañana. Voy a cerrar ahora, ¿para
qué perder una noche?, y me llevaré a casa la comida que
sobre. Pero hay más de lo que mi mujer y yo podremos co‐
mer antes de que empiece a estropearse.
–Gracias, voy a hacerlo así –dijo Luke.
Se preparó otros tres bocadillos fríos; no tendría necesi‐
dad de gastar dinero en comida durante otro día.
De regreso a su habitación, guardó cuidadosamente los
bocadillos en una de sus maletas, que ajustaba perfecta‐
mente, para protegerlos de los ratones y de las cucarachas,
si es que las había por allí; todavía no había visto ninguna,
pero había tomado la habitación aquella misma mañana.
Se sacó el prospecto del bolsillo para volver a leerlo. De
repente un marciano se sentó en su hombro y se puso tam‐
bién a leer. El marciano terminó primero, aulló de alegría y
desapareció.
Aquel prospecto parecía muy razonable. Por lo menos lo
suficiente para que Luke sintiera el deseo de arriesgar cinco
dólares en una lección de las que ofrecía aquel profesor en
psicología. Sacó la cartera y volvió a contar su dinero. Se‐
senta y un dólares; cinco más de los que le quedaban aque‐
lla mañana después de pagar una semana de alquiler de la
habitación. Gracias a su golpe de suerte en la cafetería, no
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