Page 90 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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Y además de las lecciones, pasaría muchas horas en la bi‐


          blioteca pública o leyendo los libros en su casa; no sólo le‐


          yéndolos, sino en realidad estudiando a fondo todos los li‐


          bros sobre psicología que cayeran en sus manos. Podía leer



          con rapidez y tenía buena retentiva, y si iba a dedicarse a


          esa nueva profesión, lo mejor sería que lo hiciera por entero


          y que se convirtiera en lo más aproximado a un verdadero


          psicólogo que fuera posible sin el prestigio de un título.


          Pero quizás hasta eso podría conseguirlo algún día. ¿Por


          qué no? Si realmente estaba acabado como escritor, lo me‐


          jor que podía hacer era buscar, por difícil que fuera la bús‐


          queda, un puesto en otra profesión legítima. ¡Aún era jo‐


          ven, caramba!



            Se duchó con rapidez y se afeitó, cortándose ligeramente


          cuando un repentino maullido resonó en su oído en mitad


          de una pasada de la maquinilla de afeitar; un segundo an‐


          tes  no  había  ningún  marciano  en  la  habitación.  Sin  em‐


          bargo, no era un corte muy profundo, y su lápiz estíptico


          detuvo la hemorragia fácilmente. Se preguntó si ni siquiera


          los psicólogos podrían llegar a acostumbrarse a cosas como



          aquellas para evitar la reacción y el sobresalto que le había


          hecho cortarse. Bien, Forbes tendría la respuesta. Y si no


          había respuesta, una máquina de afeitar eléctrica solucio‐


          naría el problema. Se compraría una tan pronto como vol‐


          viera a ganar dinero.


            Deseaba que su aspecto respaldase la impresión produ‐


          cida por su nombre; de modo que se puso su mejor traje –


          el de gabardina color canela–, una camisa blanca, limpia,




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