Page 82 - Marciano Vete A Casa - Fredric Brown
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Pero el negocio, o mejor dicho la falta de él, mató aquella
esperanza mucho antes de que acabase la tarde. Los clien‐
tes entraban a un promedio de uno por hora, y normal‐
mente gastaban cincuenta centavos o menos cada uno. Un
bocadillo y café por cuarenta centavos, o tarta y café por
treinta y cinco. Un potentado hizo subir un poco el prome‐
dio gastándose noventa y cinco centavos en un bocadillo
de ternera, pero era obvio, aun para un profano en cuestio‐
nes comerciales como Luke, que los ingresos no llegaban a
cubrir el coste de las materias primas más gastos generales,
aunque su sueldo fuera el único gasto general de aquel ne‐
gocio.
Varias veces los marcianos kwimmaron a la cafetería,
pero por suerte nunca mientras un cliente estaba comiendo
en el mostrador. Al hallar sólo a Luke, ninguno de los mar‐
cianos se molestó en hacer ninguna travesura, y no se que‐
daron más que unos minutos.
A las cinco menos cuarto Luke todavía no tenía apetito,
pero decidió que podría ahorrarse algún dinero si cenaba
en ese momento. Se preparó un bocadillo de jamón cocido
y se lo comió. Luego hizo otro, lo envolvió y lo puso en el
bolsillo de la chaqueta.
Mientras lo colocaba allí, su mano encontró un papel do‐
blado, el prospecto que le habían dado en la calle por la
mañana. Volvió al mostrador con el papel en la mano y lo
desplegó para leerlo, mientras bebía una última taza de
café.
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