Page 113 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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tragaba saliva, intentando mantener la ira, pero se
sentía intimidada por el tamaño de Isaac y por su
despreocupada agresividad. Trató de marcharse con
un semblante de dignidad.
Al ponerse en pie, abrió la boca para despedirse con
alguna réplica ingeniosa, pero Isaac se le adelantó.
—Abre la boca y te salto los dientes —le aconsejó
amable.
El Engranaje guardó silencio y se marchó.
Cando desapareció de la vista, tanto él como Ged
rompieron a reír.
— ¿Por qué los aguantas, Ged? —gritó Isaac.
Ged, agazapado como una rana frente a la mesita, se
mecía adelante y atrás con las piernas y los brazos,
metiendo y sacando la larga lengua de una boca
inmensa, fofa.
—Es que me dan tanta pena... —rió entre dientes—.
Son tan... intensos...
A Ged solía conocérsele como una anomalía, como el
vodyanoi de mejor humor que se podía uno encontrar.
Carecía por completo de la eléctrica hosquedad de su
arisca raza.
—De todos modos —siguió, calmándose un poco—,
los Engranajes no me molestan tanto como otros. No
tienen ni la mitad del rigor que proclaman, por
supuesto, pero al menos se toman la cosa en serio. Y
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