Page 126 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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El Reloj y el Gallito se había desbordado de sus
puertas. Las mesas y las linternas de colores cubrían la
calle frente al canal que separaba los Campos Salacus
de Sanvino. El entrechocar de vasos y el arrullo de la
diversión flotaban sobre los adustos barqueros que
negociaban las esclusas, cabalgando sobre las aguas
hacia un nivel superior, alejándose por el río hasta
dejar atrás la bulliciosa posada.
Lin sentía vértigo.
Estaba sentada en la cabecera de una gran mesa bajo
una lámpara violeta, rodeada por sus amigos. Junto a
ella, a un lado, estaba Derkhan Blueday, la crítica de
arte del Faro. Al otro se sentaba Cornfed, gritando
animadamente a Brote en los Muslos, el cacto chelista.
Alexandrine, Bellagin Sound, Tarrick Septimus, Spint
el Inoportuno: pintores y poetas, músicos, escultores y
una hueste de aduladores de los que solo reconocía a la
mitad.
Aquel era el territorio de Lin, su mundo. Pero, a
pesar de todo, nunca se había sentido tan aislada de
ellos como entonces.
El saber que había conseguido el trabajo, ese
inmenso encargo con el que todos soñaban, la obra que
los haría felices durante años, la separaba de sus
camaradas. Y su terrorífico mecenas había sellado su
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