Page 330 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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suplicándome interceder por ellos ante sus dioses de la
cosecha. Hubo aldeas que me impidieron la entrada con picas
y rifles y bocinas insoportables. Compartí la hierba con
rebaños y en ocasiones con jinetes, con pájaros a los que
consideraba primos y con animales que creía mitos.
Dormí solo, oculto entre los pliegues de piedra y
vegetación, o en vivaques preparados cuando olía lluvia.
Cuatro veces fui investigado mientras dormía, quedando
como prueba la huella de pezuñas y el olor a hierbas, sudor o
carne.
En aquellas grandes lomas fue donde mi furia y mi
desdicha trocaron su forma.
Caminé con insectos templados que investigaban mi olor
extraño y trataron de lamer mi sudor, de catar mi sangre, de
polinizar los puntos de color de mi capa. Vi gruesos
mamíferos entre aquel maduro verdor. Cogí flores que no
había visto en los libros, capullos de largo tallo y colores tan
sutiles que parecían vistos a través del humo. No podía
respirar por el olor de los árboles. El cielo era rico en nubes.
Caminé, una criatura del desierto en aquella tierra fértil.
Me sentía áspero y polvoriento.
Un día comprendí que ya no soñaba con lo que haría
cuando al fin estuviera otra vez completo. Mi voluntad ardía
hasta ese punto, pero entonces se volatilizaba en la nada. Me
había convertido en mero deseo de volar. De algún modo,
había cambiado. Había evolucionado en aquella región
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