Page 366 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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plano a darse a aquellas débiles ascuas de curiosidad.

                La mierda onírica era para el ciempiés, solo para él.

                Isaac  canalizó  su  curiosidad  de  las  corrientes


            sensuales              a       las       intelectuales.               Solo         conocía

            personalmente  a  dos  químicos,  ambos  gazmoños

            irredentos; tenía la misma intención de hablarles sobre


            drogas ilegales que de bailar desnudo por la medianera

            de  la  calle  Tervisadd.  Optó  por  sacar  el  tema  de  la


            mierda  onírica  en  las  tabernas  de  peor  fama  de  los

            Campos Salacus. Resultó que varios de sus conocidos

            la  habían  probado,  y  algunos  eran  consumidores


            habituales.

                No  parecía  tener  un  efecto  distinto  en  cada  raza.


            Nadie  sabía  de  dónde  procedía,  pero  todos  los  que

            admitían usarla alababan sus extraordinarios efectos.

            Lo único en lo que todos estaban de acuerdo era en que


            era  muy  cara,  cada  vez  más.  No  obstante,  ninguno

            dejaba el hábito. Los artistas en particular hablaban de

            forma casi mística sobre la comunión con otras mentes.


            Isaac se reía de aquellos comentarios, asegurando (sin

            reconocer  su  propia  y  limitada  experiencia)  que  la

            droga  no  era  más  que  un  poderoso  oneirógeno  que


            estimulaba los centros oníricos del cerebro, igual que el

            té‐plus estimulaba los córtex visual y olfativo.


                No  creía  en  lo  que  decía.  No  le  sorprendía  la

            vehemente oposición hacia su teoría.




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