Page 396 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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en la silla y acercó unas lupas.
El ciempiés tardó unas dos horas en cubrirse
completamente en aquella húmeda crisálida. La
maniobra más compleja fue la de la propia cabeza. El
gusano, que había tenido que escupir una especie de
collar, dejó que se secara un poco antes de pasarlo por
su cabeza y envolverse en él acortando su longitud y
aumentando su grosor unos instantes mientras tejía
una tapa con la que encerrarse. La presionó lentamente,
comprobando su fuerza antes de exudar más
filamentos de cemento con los que cubrir la cabeza,
invisible.
Durante unos minutos, la mortaja orgánica se agitó,
expandiéndose y contrayéndose en respuesta a los
movimientos del interior. El capullo blanco se tornó
frágil ante sus ojos, cambiando de color hasta adoptar
un nacarado monótono. El conjunto se balanceaba poco
a poco ante las mínimas corrientes de aire, pero su
sustancia había endurecido y el movimiento del
gusano en su interior ya no era apreciable.
Isaac se recostó y escribió en el papel. Es casi seguro
que Yagharek tiene razón sobre las alas de este bicho, pensó.
El saco orgánico era como el dibujo de un libro de texto
sobre la crisálida de una mariposa o una polilla, solo
que mucho mayor.
Fuera, la luz se espesaba a medida que las sombras
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