Page 488 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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de la estación. Giró al norte, hacia la Espiga, bajo dos

            juegos de vías elevadas por encima del achaparrado y

            bárbaro circo de Cadnebar. La prosperidad y majestad


            del Cuervo (la Galería Sennes, la Casa Fucsia, el Parque

            de la Gárgola) estaba cuajada de miseria. Lin observó

            los  pináculos  humeantes  del  barrio  dando  paso  al


            Anillo,  vio  las  amplias  calles  y  casas  estucadas  de

            aquella  próspera  barriada  serpentear  con  cuidado


            entre  los  bloques  derruidos  en  los  que  las  ratas  se

            multiplicaban.

                El tren pasó por la estación del Anillo y se sumergió


            en el grueso limo gris del Alquitrán, cruzando el río a

            escasos  cinco  metros  al  norte  del  Puente  Hadrach,


            hasta que se abrió camino asqueado sobre el ruinoso

            paisaje de tejados de Ensenada. Dejó el tren en Barro

            Bajo, en el límite occidental de aquel gueto. No le llevó


            mucho  recorrer  las  calles  putrefactas,  dejando  atrás

            edificios  grises  que  rezumaban  antinaturales  una

            humedad  sudorosa,  congéneres  que  la  miraban  y


            saboreaban el aire que desplazaba, porque su perfume

            de clase alta y sus extrañas ropas la marcaban como

            una  de  las  que  había  escapado.  No  le  llevó  mucho


            tiempo dar con el camino hasta la casa de su madre de

            nido.


                No se había acercado demasiado, pues no quería que

            su  sabor  se  filtrara  a  través  de  las  ventanas  rotas  y




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