Page 565 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Se  alejó  rápidamente  de  ella  y  se  dirigió  hacia  las

            escaleras.

                Su corazón comenzó a acelerarse mientras subía, y al


            emerger al largo pasillo en lo alto de la casa. Recordó

            la primera vez que acudió a aquel lugar. La habitación

            diecisiete estaba al final del pasillo.


                Se dirigió hacia ella.

                Odiaba  aquella  planta.  Odiaba  el  papel,  lleno  de


            ligeras ampollas, el olor peculiar que emanaba de los

            cuartos, los sonidos provocadores que flotaban a través

            de los tabiques. Casi todas las puertas estaban abiertas,


            por  convención.  Las  cerradas  estaban  ocupadas  por

            jugadores.


                La  de  la  habitación  diecisiete  estaba  cerrada,  por

            supuesto. Era una excepción a las reglas de la casa.

                David avanzó lentamente por la hedionda alfombra


            y se aproximó a la primera puerta. Por misericordia,

            estaba  cerrada,  pero  la  hoja  de  madera  no  lograba

            contener los ruidos: gritos apagados, intermitentes; el


            crujido  del  látigo  que  se  estiraba;  un  siseo,  una  voz

            cargada de odio. David giró la cabeza y  se  encontró

            mirando  la  puerta  opuesta.  Alcanzó  a  vislumbrar  la


            figura desnuda sobre la cama. La chica, de no más de

            quince años, le devolvió la mirada. Se incorporó sobre


            las  cuatro  extremidades...  sus  brazos  y  piernas  eran

            hirsutos y terminados en garras... patas de perro.




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