Page 578 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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mundo,  algo  nuevo  y  terrible  se  aposentó  sobre  la

            ciudad.

                Por  toda  la  conurbación,  desde  la  Colina  de  la


            Bandera al norte hasta Barracan bajo el río, desde los

            intermitentes  suburbios  de  Malado  al  este  hasta  las

            toscas barriadas industriales de Campanario, la gente


            se agitaba gimiente en sus camas.

                Los niños eran los primeros. Lloraban y se clavaban


            las uñas en las manos, retorciendo sus caritas en duras

            muecas, sudando sin parar con un hedor empalagoso;

            sus cabezas oscilaban horrendas de un lado a otro, mas


            sin despertar.

                A medida que la noche avanzaba, también eran los


            adultos los que sufrían. En las profundidades de otro

            inocuo  sueño,  los  viejos  miedos  y  las  paranoias

            llegaban  de  repente  atravesando  murallas  mentales,


            como  ejércitos  invasores.  Sucesiones  de  imágenes

            pavorosas asaltaban a los afligidos, visiones animadas

            de  miedos  profundos,  banalidades  absurdamente


            aterradoras  (fantasmas  y  trasgos  a  los  que  nunca

            deberían  enfrentarse)  de  los  que  se  reirían  de  estar

            despiertos.


                Aquellos que de forma arbitraria se salvaban de la

            ordalía despertaban de repente en lo más profundo de


            la  noche,  por  los  gemidos  y  gritos  de  sus  amantes

            dormidos, por sus sollozos desesperados. A veces los




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