Page 579 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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sueños  podían  ser  de  sexo  o  felicidad,  pero

            aumentados y febriles hasta tornarse espantosos en su

            intensidad.  En  aquella  retorcida  celada  nocturna,  lo


            bueno era malo, y lo malo era peor.

                La ciudad se mecía temblorosa. Los sueños devenían

            pestilencia,  un  bacilo  que  parecía  saltar  de  un


            durmiente a otro. Incluso invadían las mentes durante

            la vigilia. Los vigilantes nocturnos y los agentes de la


            milicia; las bailarinas y los estudiantes frenéticos; los

            insomnes se encontraban perdiendo la concentración,

            cayendo  en  fantasías  y  meditaciones  de  extraña,


            alucinatoria intensidad.

                Por toda la ciudad, la noche quedaba fisurada por


            gritos de miseria nocturna.

                Nueva Crobuzon estaba en garras de una epidemia,

            una enfermedad, una plaga de pesadillas.




                El  verano  se  coagulaba  sobre  Nueva  Crobuzon,

            sofocándola.  El  aire  de  la  noche  era  caliente,  espeso


            como  el  aliento  exhalado.  Muy  por  encima  de  la

            ciudad,  transfiguradas  entre  las  nubes  y  la  urbe,  las

            grandes criaturas aladas babeaban.


                Extendían y batían sus vastas alas irregulares, lo que

            provocaba  gruesas  corrientes  de  aire  en  caótico


            movimiento. Sus intrincados apéndices (tentaculares,

            insectiles,  antropoides,  quitinosos,  numerosos)  se




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