Page 64 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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enseñó a su jefe, y este se las pasó al jefazo, al que le va
mucho el arte, y que el año pasado compró algo de
Alexandrine, y le gustaron, y quiere que le hagas una
escultura.
Lin tradujo aquel lenguaje evasivo.
« ¿El jefe de tu camello quiere que trabaje para él?»,
escribió.
—No, cono, Lin, no es así... es decir, bueno... —Gazid
hizo una pausa—. Bueno, sí —acabó patético—. Solo
que... que quiere reunirse contigo. Si te interesa, tienes
que verlo.
Lin sopesó la oferta.
Sin duda, se trataba de una idea emocionante. A
juzgar por la tarjeta no se trataba de un estafador de
poca monta, sino de un pez gordo. Lin no era idiota, y
sabía que aquello podía ser peligroso. No podía evitar
sentirse entusiasmada, pues sería todo un
acontecimiento en su carrera artística. Podría dejar caer
comentarios al respecto. Podría tener un mecenas
criminal. Era lo bastante inteligente como para
comprender que su emoción era infantil, pero no tan
madura como para que le preocupara.
Y, mientras decidía que le daba igual Gazid
mencionó las cifras de las que había hablado el
misterioso comprador. Sus antenas se doblaron en
señal de asombro.
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