Page 775 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Algo más lejos, tras su hermana saciada, la polilla
que había apresado a la Tejedora restalló su cola
tentacular a través de varias dimensiones. La vasta
araña parpadeaba en el aire a frenética velocidad. Cada
vez que aparecía comenzaba a caer, atrapada por la
despiadada gravedad. Entonces desaparecía hacia otro
aspecto, arrastrando la punta serrada del tentáculo con
ella, embebida en su carne. En esa otra dimensión se
sacudía para liberarse de su atacante y reaparecer en el
plano mundano, empleando su peso y su palanca antes
de desaparecer de nuevo.
La polilla, tenaz, daba cabriolas alrededor de su
presa, negándose a dejarla escapar.
El manecro burócrata mantenía un frenético y
aterrado monólogo. Buscaba a su compañero
izquierdo, en el cuerpo del joven musculoso.
muertos todos muertos nuestros camaradas, gritaba.
Parte de lo que había visto, parte de sus emociones,
fluían por el canal con la cabeza de su derecho. El
cuerpo de la anciana se sacudía inquieto.
El otro izquierdo trataba de conservar la calma.
Movía la cabeza de un lado a otro, intentando exudar
autoridad. Alto, ordenó perentorio. Miró por los
espejos a las tres polillas: la herida, que flotaba a duras
penas hacia su nido oculto; la hambrienta, que
devoraba las mentes de los manecros atrapados; y la
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