Page 92 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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mentales, planes sobre cómo proceder.
Una y otra vez regresaba al mismo modelo: un
triángulo con una cruz firmemente plantada en su
centro. No podía evitar sonreír.
— Me gusta —murmuró.
Alguien dio unos golpes en la ventana. Se incorporó
y se acercó.
Desde el exterior lo saludó un rostro estúpido y
escarlata. Dos cuernos puntiagudos surgían del
mentón prominente, y los nudos y líneas óseas
imitaban de forma poco convincente el cabello. Ojos
acuosos observaban desde detrás de un feo rostro
sonriente.
Isaac abrió la ventana, dando paso a la luz mortecina
del ocaso. En las aguas del Cancro, las bocinas
discutieron cuando dos barcazas industriales trataron
de sobrepasarse. La criatura colgada del alféizar saltó
al marco abierto de la ventana, apresando los bordes
con manos retorcidas.
— ¡Cay, capitán! —cacareó. Su acento era fuerte y
extraño—. He visto el clavo ese con la bufanda roja, y
me digo, « ¡A ver al jefe!». —Parpadeaba y ladraba su
risa estúpida—. ¡Qué quiere, capitán! ¡Su servicio!
—Buenas noches, Teparadós. Has recibido mi
mensaje.
La criatura batió sus rojas alas de murciélago.
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