Page 93 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Teparadós era un draco, seres de amplio pecho,
como el de un gorrión, con gruesos brazos similares a
los de un enano humano bajo aquellas alas tan feas
como útiles. Los dracos surcaban los cielos de Nueva
Crobuzon. Sus manos eran los pies, cuyos miembros
sobresalían de la panza de sus cuerpos achatados,
como las patas de un cuervo. Podían dar unos cuantos
pasos torpes aquí y allí equilibrándose sobre las
palmas, pero preferían volar sobre la ciudad, chillando
y haciendo picados sobre los transeúntes.
Los dracos eran más inteligentes que los perros o los
simios, pero claramente menos que los humanos.
Prosperaban con una dieta intelectual de escatología,
bufonadas e imitación, eligiendo nombres absurdos
para los demás a partir de canciones populares,
catálogos de muebles o libros de texto que apenas
podían leer. Isaac sabía que la hermana de Teparadós
se llamaba Chapa, y uno de sus hijos Sarna.
Los dracos vivían en cientos de miles de nichos, en
áticos, en anejos, detrás de los carteles. La mayoría
vivía en los márgenes de la sociedad. Los enormes
depósitos de basura en las afueras del Cantizal y el
Parque Abrogate, el vertedero junto al río en el
Meandro Griss, todos ellos estaban infestados de
dracos peleando y riendo, bebiendo de los canales
estancados, fornicando en el aire y en tierra. Algunos,
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