Page 942 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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La historia de Pengefinchess es una historia de egoísmo y
saqueo y, sin embargo, se convierte al ser narrada en una
oración fúnebre por los camaradas muertos. Mi historia de
egoísmo y exilio resiste esta transmutación. No puede sino
ser una historia básica de cosas básicas. Guardo silencio.
Pero entonces, mientras nos preparamos para
abandonarlas palabras y dejar que ocurra lo que haya de
ocurrir, Isaac levanta su morosa cabeza y habla.
Primero demanda una comida y un agua que no tenemos.
Lentamente, entorna la mirada y empieza a hablar como una
criatura inteligente. Con una desdicha remota, narra las
muertes que ha presenciado.
Nos habla de la Tejedora, la demente diosa danzarina y de
su lucha contra las polillas, los huevos que quemó, la extraña
y cantarina declamación de nuestra campeona, inesperada e
indigna de confianza. Con palabras frías y claras nos dice en
qué cree que se ha convertido el Consejo de los Constructos y
lo que quiere y lo que podría ser (y Pengefinchess, asombrada,
traga saliva con fuerza, mientras sus protuberantes ojos se
abren aún más al descubrir lo que les ha ocurrido a los
constructos de los basureros de la ciudad).
Y cuanto más habla él, más y más habla. Habla de planes.
Su voz se endurece. Algo ha terminado en su interior, algo
que esperaba, una suave paciencia que murió con Lin y que
ahora está en ferrada, y yo mismo siento como si me volviera
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