Page 944 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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Levanta  la  mirada  después  de  horas  de  juramentos

            musitados e interrupciones entre siseos. No podemos hacerlo,

            dice. Necesitaríamos un foco.


                Y entonces vuelve a pasar una hora o dos horas y él vuelve

            a levantar la mirada.

                Tenemos que hacerlo, dice, y todavía necesitamos un foco.


                Nos dice lo que debemos hacer.




                Se  hace  el  silencio  y  entonces  debatimos.  Rápidamente.

            Ansiosamente.  Elegimos  candidatos  y  los  descartamos.

            Nuestros  criterios  son  confusos:  ¿debemos  elegir  a  los


            condenados  o  a  los  aborrecidos?  ¿A  los  decrépitos  o  a  los

            viles? ¿Acaso vamos a juzgar?


                Nuestra moralidad se vuelve impetuosa y furtiva.

                Pero más de la mitad del día ha pasado ya y debemos elegir.




                Con  el  rostro  impasible,  duro  pero  amenazado  por  la

            miseria, Derkhan se prepara. Se le ha encomendado la más

            vil de las tareas.


                Reúne  todo  el  dinero  que  nos  queda,  incluyendo  mis

            últimas  pepitas  de  oro.  Se  limpia  algo  de  la  mugre  de  la

            ciudad  subterránea,  cambia  su  disfraz  accidental  por  algo


            que la hace parecer tan solo una vagabunda, y sale en busca

            de lo que necesitamos.


                Fuera  empieza  a  oscurecer  e  Isaac  sigue  trabajando.

            Pequeñas  figuras  confinadas  y  ecuaciones  llenan  cada




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