Page 939 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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mismo.



                Y  sin  embargo  el  sonido  de  los  gritos  de  Lemuel


            continuó  mientras  descendía  a  la  fétida  oscuridad  y

            mientras colocaba la tapa metálica sobre su cabeza. E

            incluso entonces se filtraron, tenues y absurdos, por la


            tapa, incluso después de que Isaac se dejara caer sobre

            el arroyo de aguas fecales y cálidas y se arrastrara por


            él en pos de los demás supervivientes. Incluso creyó

            que  podía  oírlos  mientras  avanzaba  penosamente,

            envuelto  en  los  sonidos  goteantes,  chorreantes  y


            reverberantes de las aguas, bajo la fuerte corriente, a lo

            largo  de  aquellos  canales  ancestrales,  como  venas


            sinuosas, alejándose del Invernadero en una confusa y

            desordenada  huida  hacia  la  relativa  seguridad  de  la

            inmensa ciudad nocturna.


                Pasó mucho tiempo antes de que cesaran.



                La noche es inconcebible. Solo podemos correr. Proferimos


            sonidos animales mientras corremos para escapar de lo que

            hemos visto. El miedo y la repulsión y unas emociones que

            nos son ajenas se aferran a nosotros y dificultan nuestros


            movimientos. No podemos quitárnoslos de encima.




                Nos arrastramos siguiendo nuestro serpenteante camino

            hacia arriba, fuera de la ciudad subterránea, hasta llegar a la




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