Page 943 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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de piedra mientras lo escucho. Me inspira rigor y propósito.

                Habla  de  traiciones  y  traiciones  de  traiciones,  de

            matemáticas y mentiras y taumaturgia, de sueños y de cosas


            aladas. Expone teorías. Me habla de volar, algo que casi había

            olvidado  que  un  día  pude  hacer,  algo  que  ahora  deseo  de

            nuevo  mientras  él  lo  menciona,  lo  deseo  con  todas  mis


            fuerzas.

                Mientras  el  sol  trepa  arrastrándose  como  un  hombre


            sudoroso a la cumbre del cielo, los supervivientes, las heces,

            examinamos nuestras armas y los restos que hemos reunido,

            nuestras notas y nuestras historias.


                Con reservas que ignorábamos que pudiéramos convocar,

            con un asombro que percibo como si me encontrase al otro


            lado de un velo, trazamos planes. Enrollo mi látigo alrededor

            de  mi  muslo  derecho  y  afilo  mi  hoja.  Derkhan  limpia  sus

            armas  mientras  le  murmura  algo  a  Isaac.  Pengefinchess


            vuelve  a  sentarse  y  sacude  la  cabeza.  Se  marchará,  nos

            advierte.  No  hay  nada  que  pueda  inducirla  a  quedarse.

            Dormirá un poco y luego se despedirá, nos dice.


                Isaac  se  encoge  de  hombros.  Saca  varios  compactos

            motores de válvulas del lugar en el que los ha guardado, entre

            la apilada basura de la casucha. Extrae hojas y hojas de notas,


            manchadas de sudor, sucias, apenas legibles, del interior de

            su camisa.


                Comenzamos  a  trabajar,  Isaac  más  fervientemente  que

            cualquiera de nosotros, escribiendo con frenesí.




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