Page 969 - La Estacion De La Calle Perdido - China Mieville
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boticarios voluntarios que trabajaban en horarios
extraños cuando sus conciencias no los dejaban
descansar, y un personal de monjas y monjes, píos pero
carentes de instrucción, el Hospital de Verulino era el
lugar en el que los pobres acudían a morir.
Derkhan había pasado junto al portero, ignorando
sus quejas como si fuese sorda. Él había levantado la
voz pero no la había seguido. Ella había subido las
escaleras hasta el primer piso, hacia las tres salas de
trabajo.
Y allí... allí había cazado.
Recordaba haber paseado arriba y abajo junto a
camas limpias y gastadas, bajo enormes ventanas
coronadas por arcos e inundadas de luz fría, junto a
cuerpos que resollaban, agonizantes. Al atareado
monje que se plantó delante de ella y le preguntó qué
quería, le había respondido farfullando sobre su padre
agonizante y desaparecido (había salido en plena
noche para morir) que, según había oído ella, podía
encontrarse allí, con aquellos ángeles de misericordia;
el monje, aplacado y un poco envanecido por aquel
relato de su propia bondad, le había dicho a Derkhan
que podía quedarse y buscarlo. Y ella, de nuevo
deshecha en lágrimas, le había preguntado dónde se
encontraban los enfermos terminales porque su padre,
le había explicado, estaba a punto de morir.
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