Page 148 - Kraken - China Mieville
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infundir tales malos tragos, con qué frecuencia tan
solo una palabra, o una mirada, o aun ni tan
siquiera eso, causaba efectos palpables. La primera
vez que lo pensó fue cuando le calló la boca a aquel
profesor.
Tenía trece años. Un altercado había dejado
cariacontecido a un compañero de clase, y el señor
Bearing había señalado a Collingswood con su
rotulador de pizarra a modo de batuta, diciéndole:
—Eres una tunanta, ¿verdad? Una tunanta.
Se había dado la vuelta, moviendo la cabeza,
para escribir en la pizarra, pero Collingswood de
repente se había enfurecido. No estaba ni por
asomo dispuesta a aceptar ese calificativo. Ni
siquiera le había mirado el cogote al señor Bearing,
había clavado los ojos en sus propias uñas y había
chasqueado la lengua, y algo semejante a una
burbuja de frío se había instalado en su pecho y
había estallado.
Entonces Collingswood alzó la mirada. El
señor Bearing había dejado de escribir. Estaba
quieto, con la mano en la pizarra. Dos o tres de los
demás niños miraban confusos a su alrededor.
Con gran interés, con una sensación de
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