Page 149 - Kraken - China Mieville
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placentera curiosidad, Kath Collingswood supo
que el señor Bearing no volvería a llamarla tunanta
nunca más.
Eso fue todo. Él reanudó la escritura. No se
volvió para mirarla. Ella dejó para más tarde las
preguntas sobre qué había sucedido, y cómo sabía
ella que había sucedido. En lugar de eso, se reclinó,
apoyándose en las dos patas traseras de su silla.
Después de ese momento, Collingswood tomó
más consciencia de sus tácitas intervenciones: en
las ocasiones en las que sabía lo que sus amigos o
enemigos iban a decir; cuando hacía callar a
alguien desde la otra punta de la sala; cuando
encontraba algo perdido, descubriéndolo en algún
lugar en el que era francamente improbable que
estuviera. Empezó a considerar detenidamente el
asunto.
No es que fuera mala estudiante, pero los
profesores de Collingswood se podían haber
quedado patidifusos de haber sabido el rigor con
el que se había implicado en aquel proyecto de
investigación. Empezó con una pequeña tentativa,
una búsqueda en internet, y elaboró un listado de
libros y documentos. La mayoría de ellos los sacó
de páginas web inverosímiles, para cuyos textos
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