Page 295 - Kraken - China Mieville
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Sorprendiéndose a sí misma, Marge se puso a


             llorar en la comisaría. Los policías se abochornaron



             y se mostraron torpemente amables, ofreciéndole


             té y pañuelos. Cuando recuperó la calma se fue a


             casa, sin esperanzas y sin saber qué hacer. Pero en


             cuestión de una hora y media, después de regresar


             (ciertas palabras clave que surgieron en el informe


             de su visita y su correlación con otras palabras, la


             atracción  que  suscitaron  los  nombres  que  había



             mencionado, el revelador último mensaje de Leon,


             aun recordado con imperfecciones, hicieron saltar


             las alarmas de un sistema informático ni mucho


             menos  tan  inútil  como  proclamaban  las  voces


             críticas más ostentosamente cínicas), llamaron a la


             puerta. Un hombre de mediana edad, vestido de


             traje, y una chica rubia, muy joven, que llevaba su


             uniforme  de  un  modo  muy  impropio.  La  mujer


             llevaba una correa, pero a esta no la seguía ningún



             perro.



                    —Hola  —dijo  el  hombre.  Tenía  la  voz



             aflautada—. Es la señorita Tilley, ¿no es así? Me


             llamo  Baron.  Inspector  jefe  Baron.  Esta  es  mi


             colega,  la  agente  Collingswood.  Tenemos  que


             hablar con usted. ¿Le parece que podemos entrar?




                    Dentro,  Collingswood  se  volvió  despacio,


             trazando  un  círculo  completo,  asimilando  las


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