Page 827 - Kraken - China Mieville
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lo primero que oyó Paul—. ¿Qué me han hecho
esos hijos de puta?
Cuando por fin se quitó los vendajes el hechizo
se había esfumado y Paul vio el verdadero tatuaje.
Dos conmociones inmediatamente sucesivas: lo
que llevaba era una cara; y, mucho peor, (mucho,
mucho peor, mucho más importante, de lo
pasmoso), que se estaba moviendo.
La cara también estaba estupefacta. Tardó unos
minutos en comprender qué le había sucedido.
Aterrorizó a Paul. Se puso a decirle qué debía
hacer.
No había comido.
—Necesitas tu salud —dijo el tatuaje que
llevaba a la espalda—. Come, come, come.
Hasta que Paul comió. Puso a prueba su fuerza.
Lo evaluaba como un entrenador. Él le decía que
lo dejara en paz, que no existía. Por supuesto,
consultó con una doctora y le exigió que le dijera
cómo podía eliminarlo. El tatuaje permaneció
inmóvil, así que la doctora supuso que Paul era un
simple borracho exaltado que la había tomado con
aquel espantoso diseño suyo. La lista de espera era
larguísima, le dijo la doctora. Por estética.
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