Page 924 - Kraken - China Mieville
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Fitch dijo que deberían esconderse. Un
londromante, aturdido ante su propia herejía,
sugirió que abandonaran la ciudad.
—¡Vamos a conducir, sin más! —dijo—. ¡Al
norte! ¡A Escocia o donde sea!
Pero no había ninguna certeza de que Fitch,
por ejemplo, una función tan indispensable de la
ciudad, pudiera sobrevivir mucho tiempo fuera de
sus límites. Billy se imaginó a sí mismo en la
autopista, convirtiéndose en un experto del torpe
traqueteo del remolque, sacando al calamar
conservado por los húmedos campos ingleses y
más allá, hacia las colinas de Escocia.
—Griz tardaría diez segundos en
encontrarnos.
Era cierto. Había algo en los alrededores de
pizarra, los ángulos de las curvas que los mantenía
ocultos, aunque también fuera una trampa. La
ciudad se doblaba lo justo para que nadie pudiera
ver a los londromantes. Un acto reflejo.
Si se iban, estarían desnudos. Un calamar
gigante en un camión, dirigiéndose al norte entre
los setos. Qué cojones, cualquier cosa un poco
sensible a diez kilómetros a la redonda se pondría
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