Page 943 - Kraken - China Mieville
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podría ser, como mínimo, un ínfimo consuelo,
para siempre, se sintió mejor…
sintió júbilo.
Paul vio irse a Goss.
—¿Qué pasa? ¿Qué pasa? ¿Qué? ¿Qué? —decía
el Tatuaje. Paul no le hizo caso. Marge no le hizo
caso.
Miraba sin moverse, tocándose la cabeza en el
lugar en que Goss le había hecho daño. Cuando
Subby murió (como si fuera un «él», como si no
fuera otra cosa que una caja con un rostro) se
desmoronó. Se derrumbó en una repugnancia, y
luego eso también se derrumbó, desintegrándose,
quedándose solo en un corazón, el corazón sin
latido de un hombre, demasiado grande para el
pecho de Subby.
Goss no se derrumbó. Goss se quedó allí
tendido como el muerto que era.
—Lo siento —dijo al fin Paul—. Necesitaba que
confiara en mí. De otra forma nunca habría dejado
solo a Subby.
Se quedaron mirándose el uno al otro. El
Tatuaje se desgañitaba, obligado a encarar la
negrura del aparcamiento, donde nada sucedía.
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