Page 26 - El Ladrón Cuántico- Hannu Rajaniemi
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mano:  aletea,  cosquilleante,  como  un  latido—.  ¿Te


           sientes romántica? —bromea.



           —No  —responde  Mieli—.  Te  he  echado  de  menos,


           eso es todo.



           —Yo  a  ti  también  —dice  la  nave.  La  mariposa


           remonta el vuelo desde la mano, revolotea alrededor


           de  su  cabeza—.  La  espera  ha  sido  espantosa,  me


           sentía muy sola.




           —Ya  lo  sé.  Lo  siento.  —Mieli  siente  un  palpitar


           repentino tras las paredes del cráneo. Hay un filo en


           su  mente,  como  si  le  hubieran  recortado  algo  y


           pegado otra cosa en su lugar. ¿He regresado intacta?


           Sabe que podría apelar al metacórtex de la Sobornost:


           pedirle que localizara esa sensación, que la aislara y


           la eliminara. Pero eso sería impropio de una guerrera


           oortiana.



           —No te encuentras bien. No debería haber permitido


           que te marcharas —se lamenta Perhonen—. No estuvo


           bien que fueras allí. No debería haberte obligado.



           —Ssh —dice Mieli—. Que te va a oír. —Pero ya es


           demasiado tarde.



           Navecita, dice la pellegrini. Deberías saber que yo siempre


           cuido de mis retoños.



           La pellegrini está allí, irguiéndose sobre Mieli.











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